Wednesday, August 17, 2005

 
Chicago - junio 1923
No había en todo el hemisferio norte nadie que produjera cosa alguna que concordara con mi idea de lo que debia hacerse y las historias de mi maestro, Adolf Loos sobre un pais integrado por mentalidades libres, un pueblo de actitud sana y corazon de oro, no hacian mas que alimentar mis ansias por llegar a america.
Antes de llegar a destino, debí pasar por Zurich y por Berlin. Siempre me sentí un extranjero.
Hace unos meses llegué a Nueva York. En mi recuerdo es todavìa la ciudad de Loos, donde el veìa a todos esos pobres extranjeros que se sentían vividamente felices despues de haber pasado en sus pobres barcos de inmigrante junto a la Estatua de la Libertad.
Sinembargo los hombres que eran objeto de mi admiracion: L.H. Sullivan y F.L. Wright vivían en Chicago, así que al poco tiempo me las arregle para trasladarme a esa ciudad.
Grande fué mi desilusión por lo que encontré. Descubrí que las condiciones cambian con tanta rapidez, que las circunstancias se desarrollan y tienen un caracter tan perecedero que ya no es posible encontrar aquello que se ha salido a buscar.
Debo ir a California. Es el unico lugar donde Wright, que hoy carece de trabajo, tiene una obra en construccion.

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